
[02/05/2025] La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en múltiples sectores, y el ámbito legal no es la excepción. Su capacidad para procesar grandes volúmenes de información, automatizar tareas y ofrecer análisis predictivos está transformando la práctica jurídica, planteando tanto oportunidades como desafíos.
Aunque es una herramienta poderosa, la inteligencia artificial aún debe mantenerse como tal, como una herramienta, ya que la decisión última siempre va a recaer en manos de las personas. Su adopción está creciendo, aunque a un ritmo conservador, las entidades dedicadas al derecho poco a poco van reconociendo el valor que pueden generar el uso de la IA.
La IA como herramienta
La IA se está integrando en diversas áreas de la práctica legal, desde la revisión de documentos hasta la gestión de casos. Según el "Sondeo de Adopción Digital Legal 2024" realizado por Telefónica Hispanoamérica, el 54% de las organizaciones encuestadas ya ha automatizado procesos a través de soluciones digitales. Esta tendencia refleja el potencial de la IA para optimizar la eficiencia y reducir la carga de trabajo de los profesionales del derecho.
Sin embargo, el mismo estudio también señala algunas métricas menos optimistas. Un 70% de los encuestados afirmaron que invierten menos del 10% de su presupuesto anual en tecnología; además, menos de la mitad, el 44%, tiene un plan de transformación digital en marcha ejecutándose. Por otro lado, nueve de cada 10 usan herramientas digitales, pero principalmente para lo básico: almacenar archivos (39%) o digitalizar documentos (24%).
El estudio también señala que más de la mitad de los encuestados (54%) no ha implementado softwares diseñados a medida para sus necesidades o las de sus clientes, y que un 60% de las organizaciones no tiene planes de implementar nuevas herramientas o software en el corto o mediano plazo. Sin embargo, más de la mitad (más del 50%) tiene previsto implementar soluciones basadas en inteligencia artificial para los procesos legales en los próximos dos años.
En este escenario, Óscar Arrús, socio responsable de Garrigues en Perú, destaca cómo la IA está "modificando tareas como la revisión documental, el análisis jurisprudencial, la redacción de contratos y dictámenes. Esto ha permitido automatizar tareas repetitivas, reducir el margen de error, acelerar el acceso a información clave, y optimizar la gestión del conocimiento interno. Como resultado, los abogados pueden dedicar más tiempo a tareas de mayor valor añadido, como la estrategia jurídica y el asesoramiento especializado”.
Es innegable que la inteligencia artificial ha ingresado a los estudios legales y que ya se ha posicionado como una herramienta que puede ayudar a los profesionales de la ley; pero ¿estará lista para dar un siguiente paso y reemplazar a las personas en algunas funciones? Ese es un paso adicional que implica dar a la inteligencia artificial cierta libertad y confiar en sus acciones. La pregunta es si se puede confiar en la IA de la misma forma en que se haría con una persona, con un colega abogado.
Erick Iriarte, socio principal de Iriarte & Asociados.
"Aquí lo que tiene es un elemento tecnológico que requiere una revisión posterior; o sea, es más parecido a un practicante de derecho, que tiene que revisarle lo que está escribiendo y que no haya cometido ningún error, no invente leyes o invente normas, antes que a un robot infalible”, explica Erick Iriarte, socio principal de Iriarte & Asociados.
A lo que Iriarte se refiere es a las conocidas 'alucinaciones'; es decir, a situaciones en las que un sistema de IA, especialmente los modelos generativos como los grandes modelos de lenguaje (LLM), produce resultados incorrectos, incoherentes, engañosos o completamente inventados, sin base en los datos reales de entrenamiento.
Un ejemplo de ello es lo que el propio Iriarte comentó. Un abogado, en Estados Unidos, fue sancionado precisamente por eso, por usar un escrito generado por inteligencia artificial sin revisarlo. El escrito contenía jurisprudencia inventada por la IA. El abogado fue retirado de la barra -el equivalente del Colegio de Abogados del Perú- del estado en el que laboraba.
Otro ejemplo de que no se puede utilizar la inteligencia artificial sin supervisión es un caso de multas de tránsito en Inglaterra. A una inteligencia artificial se le había entrenado para algo muy sencillo: multar a los vehículos que iban a más de 60 km por hora en una vía con ese límite de velocidad. El trabajo era sencillo, por lo que se entendía que no habría mayores problemas. Sin embargo, estos fueron revelados en las audiencias de apelación. La inteligencia artificial simplemente no podía diferenciar los casos en los que era entendible el exceso de velocidad, como cuando un vehículo transporta a un herido o una persona en algún tipo de emergencia médica. No entendía el contexto, algo que una persona sí puede hacer.
La transformación del sector
La adopción de la IA forma parte de un proceso más amplio de transformación digital que está reconfigurando el sector legal. Y esto lo hacen en base a la adopción de herramientas de inteligencia artificial generales y otras que han sido diseñadas específicamente para su ámbito laboral.
Una de las compañías que se encuentra en este ámbito es Globant. Karen Kamelman, MD del Legal AI Studio de Globant, explica que su empresa ofrece precisamente Legal AI Studio una herramienta que ofrece una amplia gama de soluciones.
"Entre las soluciones que ofrecemos se incluyen herramientas que facilitan la creación y revisión de documentos legales, automatizando la redacción y asegurando que se mantenga la coherencia con el lenguaje y estándares de calidad definidos por el equipo legal del cliente”, explica Kamelman.
Además, también se ofrece soluciones para la preparación de respuestas a apelaciones y demandas, ofreciendo plantillas y recomendaciones basadas en precedentes relevantes. Asimismo, cuentan con soluciones que optimizan la investigación legal mediante la recopilación y análisis automatizado de información, facilitadores de traducción legal de documentos, detectores de plagio y sistemas de análisis de evidencia, como grabaciones de audio. Igualmente, cuentan con sistemas de alertas automáticas que informan sobre cambios legislativos, asegurando que los profesionales del derecho se mantengan actualizados y puedan adaptar sus estrategias de manera proactiva.
Los procesos de implementación de estas soluciones varían según el caso, ya que se debe se debe contemplar circunstancias particulares del cliente, como por ejemplo, los procesos actuales y adaptaciones que sean necesarias, la arquitectura tecnológica existente y la calidad de los datos con los cuales se busca implementar la solución.
¿Cuál es el impacto que se puede lograr con este tipo de herramientas?
Karen Kamelman, MD del Legal AI Studio de Globant.
"Contar con este tipo de solución para contratos de alto volumen y baja complejidad agiliza el proceso de negociación del acuerdo, y libera tiempo de los abogados pudiendo generar eficiencias promedio del 30% en los tiempos de respuesta totales de un área legal”, responde Kamelman.
De hecho, la utilización de las herramientas de inteligencia artificial en los estudios ya se está haciendo práctica común. Por ejemplo, en Garrigues cuentan con una plataforma propia que se llama Garrigues GA_IA, la cual se adapta a sus necesidades y a sus bases de datos, aporta seguridad y confidencialidad, además de ser escalable y flexible.
"Ofrece funcionalidades avanzadas como la redacción automática de borradores contractuales, el resumen y análisis de documentos extensos, la identificación de riesgos legales y la generación de respuestas jurídicas a consultas internas”, explica Arrús.
Además, el estudio también cuenta con herramientas de terceros como Copilot y modelos específicos para la práctica de la abogacía, como Harvey.
Con este cambiante panorama en las herramientas que se encuentran a disposición de los profesionales del derecho, es natural pensar en que los propios profesionales también deben cambiar su perfil. Ahora deben conocer las herramientas que tienen a su disposición, algo que Iriarte denomina 'Infonomía'; es decir, saber analizar la data de manera tal que pueda utilizarla adecuadamente. Además, otro concepto que, a decir del entrevistado, es necesario conocer es la 'analítica de la información'; es decir, interpretar la data de manera tal que puedas tomar una decisión.
Arrús señala, por su parte, que los abogados del futuro (en realidad, los del presente) deben combinar una sólida formación jurídica con competencias tecnológicas. La capacidad de interactuar eficazmente con herramientas de IA, como el diseño de prompts precisos y la evaluación crítica de sus resultados, será fundamental.
"En lugar de reducir la necesidad de habilidades, la IA generativa está ampliando el perfil competencial del abogado. Aquellos que sepan cómo integrar la tecnología en su ejercicio profesional estarán en mejor posición para aportar valor en entornos cada vez más exigentes y tecnológicos”, detalla el entrevistado.
Consideraciones éticas y desafíos legales
El uso de la IA en el derecho plantea una serie de consideraciones éticas y desafíos legales -o quizás no. Por ejemplo, Arrús sostiene que su estudio defiende un uso ético, responsable y regulado de la IA generativa. Existen varios desafíos éticos y legales, como la necesidad de que la decisión jurídica final sea adoptada siempre por una persona con criterio y responsabilidad profesional. Además, no se debe utilizar la IA para sustituir la interacción con el cliente, donde la empatía y la confianza son esenciales.

"También es crucial auditar las herramientas de IA para evitar sesgos, errores o 'alucinaciones' jurídicas, especialmente en materias sensibles. Ámbitos como la estrategia procesal, la negociación compleja o el análisis multidisciplinar de riesgos regulatorios seguirán exigiendo un juicio humano especializado, al que la IA puede apoyar, pero no reemplazar”, explica Arrús.
Otro desafío importante es la protección de la información confidencial de los clientes. En ese campo, Kamelman enfatiza que los equipos internos de ciberseguridad deben apoyar las agendas estratégicas del negocio al cual sirven, permitiendo tomar decisiones informadas en las que se minimice la exposición a riesgos mientras se logran los objetivos empresariales.
"Nuestras soluciones ayudan a la industria legal en tres dimensiones: primero, estableciendo una estrategia de seguridad ágil; segundo, asegurando que la ciberseguridad esté integrada en el ADN de la organización; y finalmente, protegiendo la operación del negocio de amenazas internas y externas”, detalla la ejecutiva.
Sin embargo, otra es la visión -diametralmente distinta- que ofrece Iriarte.
"Los desafíos éticos tienen reglas éticas, las regulaciones no son reglas éticas; las regulaciones y las leyes son regulaciones fácticas. El concepto 'ética y moral' va por principios y declaraciones, pero no porque la hace una ley. La inteligencia artificial no va a cambiar en su uso ético, en el uso de la persona, porque hay una ley sancionadora. El uso ético es otra cosa”, detalla.
El marco legal y la Regulación de la IA
La creciente influencia de la IA en el derecho plantea la necesidad de un marco legal que regule su uso y desarrollo. En Perú, se ha promulgado la "Ley que Promueve el Uso de la Inteligencia Artificial”. Esta ley tiene como objetivo "promover el uso de la inteligencia artificial en el marco del proceso nacional de transformación digital privilegiando a la persona y el respeto de los derechos humanos con el fin de fomentar el desarrollo económico y social del país, en un entorno seguro que garantice su uso ético, sostenible, transparente, replicable y responsable”.
La ley establece una serie de principios para el desarrollo y uso de la IA, incluyendo estándares de seguridad basados en riesgos, un enfoque de pluralidad de participantes y el desarrollo ético para una inteligencia artificial responsable. Además, designa a la Presidencia del Consejo de Ministros como la autoridad técnico-normativa responsable de dirigir, evaluar y supervisar el uso y desarrollo de la IA y las tecnologías emergentes.
Sin embargo, la regulación de la IA no está exenta de desafíos. Erick Iriarte critica la ley peruana, de hecho, la califica como "mala”, argumentando que la ley trata de regular la tecnología en lugar de entender las conductas o de ser promocional.
"Nosotros somos usuarios de tecnología, no somos creadores, entonces hacer una ley de creación de tecnología es un poco absurdo, absurdo por la forma y absurdo en el fin”, detalla.
A pesar de los desafíos, la IA tiene el potencial de transformar el futuro del derecho. El "Sondeo de Adopción Digital Legal 2024” revela que más de la mitad de las organizaciones encuestadas tiene planificado implementar alguna solución basada en inteligencia artificial para los procesos legales en los próximos dos años. Esto sugiere que la adopción de la IA en el sector legal seguirá creciendo en los próximos años.
Todo dependerá de que los usuarios -los abogados- vayan adaptándose al valor que esta herramienta les puede proporcionar, y a que las organizaciones dedicadas al derecho reconozcan que estos cambios son para el bien del sector.
Jose Antonio Trujillo. CTOPerú